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7 Beneficios Del Ayuno Intermitente

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El ayuno no es nada nuevo para el ser humano. Durante milenios se ha practicado por motivos de salud o religiosos, sin embargo, en las últimas décadas se nos ha dicho que lo mejor es realizar varias comidas al día. Es hasta años recientes que diversos estudios han redescubierto y avalado los beneficios que esta práctica nos brinda.

El ayuno intermitente consiste en concentrar los alimentos del día en una ventana de menos de 12 horas, y ayunar el resto.

Dentro del ayuno intermitente existen diferentes modalidades, según las horas de ayuno: 12, 14, 16, hasta 24. También hay quienes lo practican diariamente, o sólo algunos días de la semana.

Lo cierto es que, en cualquiera de sus modalidades, este tipo de alimentación reporta grandes beneficios para nuestra salud.

Mejora el sistema inmune

El ayuno intermitente o cíclico mejora la actividad de los neutrófilos, glóbulos blancos encargados de combatir bacterias y hongos nocivos.

También favorece la producción de Inmunoglobulina A, indispensable para atacar las infecciones.

Además, al reducir la concentración de azúcares en el organismo, mejora la inmunidad, ya que el azúcar es fuente de alimento de las bacterias malas.

Ayuda a adelgazar y disminuye el apetito

Al dejar de comer glucosa por más de 12 horas, las reservas se acaban y el cuerpo recurre a la grasa almacenada para transformarla en energía, lo que se traduce en adelgazamiento.

Además, el ayuno reduce el hambre, ya que regulariza la sensibilidad a la leptina, la hormona de la saciedad, y reduce la producción de grelina, la hormona del hambre.

Por si fuera poco, incrementa la liberación de la hormona quema-grasa norepinefrina. Esto, aunado al aumento de la hormona de crecimiento, ocasiona que la tasa metabólica aumente entre 3.4% y 14%, es decir, que quemarás más calorías.

Segrega hormona del crecimiento y células madre

El ayuno aumenta la concentración de esta hormona, lo que favorece el incremento de la masa muscular. Además, la pérdida de músculo que se relaciona con las dietas bajas en calorías y los ayunos prolongados no sucede con este sistema, ya que los períodos de ayuno son intermitentes.

Y en el caso del ayuno de 22-24 horas, el cuerpo comienza a producir células madre, lo que implica una renovación celular más elevada, ya que no sólo crean nuevas células, sino que son capaces de reparar tejidos dañados.

Retrasa el envejecimiento

El envejecimiento es la acumulación de daño en nuestro ADN. El ayuno intermitente estimula la producción de sirtuinas, unas proteínas reparadoras del ADN, ralentizando el proceso de envejecimiento.

A partir de las 16 horas de ayuno comienza el proceso más interesante: la autofagia, de la que se sabe más gracias a los trabajos del científico japonés Yoshinori Ohsumi, y por los que ganó el premio Nobel de Medicina en 2016. Consiste en que las células digieren y eliminan los desechos y las partes dañadas de sí mismas, dando paso a la regeneración celular.

Reduce los niveles de colesterol, triglicéridos, azúcar e insulina

Al restringir los horarios de alimentación y no darle al cuerpo carbohidratos constantemente, los niveles de azúcar en sangre bajan, al igual que la insulina, mejorando la sensibilidad a ésta.

Además, al perder grasa corporal con el ayuno, el colesterol y los triglicéridos disminuyen también. Cabe aclarar que mientras el colesterol malo (LDL) se reduce significativamente, el colesterol bueno (HDL) se mantiene casi igual.

Genera niveles de energía más estables

Cuando comemos carbohidratos, obtenemos subidas y bajadas de energía debido a los picos de insulina que ocasiona ese tipo de alimentos.

Al realizar ayunos cíclicos, el cuerpo agota sus reservas de glucógeno y comienza a usar los depósitos de grasa, lo que se traduce en niveles de energía más elevados y más estables y por lo tanto, una reducción e incluso desaparición de antojos de carbohidratos refinados y similares.

Mejora la salud cerebral

El ayuno intermitente incrementa la hormona BDNF, que favorece la producción de neuronas, lo que contribuye a reducir la incidencia de enfermedades mentales degenerativas como Alzheimer y Parkinson.

Asimismo, estudios han encontrado que el ayuno también protege a las neuronas, aumentando la cantidad de proteínas encargadas de ello. Lo anterior mejora la memoria y las funciones del cerebro.