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Ocho consejos para compartir la cama con tu pareja y dormir para contarlo

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Tras un largo día, es lógico que muchos quieran irse a dormir abrazados. Suena perfecto para cualquier pareja, pero la realidad para una buena mayoría es que compartir la cama con alguien más puede resultar difícil. Tú quieres que del aire de la habitación prácticamente salga nieve, mientras que tu amorcito prefiere algo más de calor para conciliar el sueño; tú quieres caer en el mundo de Morfeo tan pronto te acuestas, tu pareja necesita leer “sólo tres capítulos más”; tú necesitas el más profundo silencio, pero tienes al lado a alguien que ronca… ¿Te suena de algo? En este artículo te damos algunos consejos para que dormir con tu media naranja no termine rompiendo vuestra relación en mil pedazos. 

1. Sí, el tamaño importa

Si tu relación ya está a punto de ser oficial y esperas que tu pareja se quede a dormir varias veces a la semana; o bien si ya habéis decidido vivir juntos, o si bien ya os habéis prometido y casado, esa cama individual que tenías en tu época de soltería ya no te servirá. Por muy romántico que suene, no todos pueden dormir apretujados y abrazados toda la noche varios días seguidos. Así que ya es hora de invertir en una nueva cama que sea al menos de tamaño matrimonial, pero mejor aún si puede ser más grande. En cualquier momento de la noche, necesitarás rodar, girar, cambiar de posición o salir de la cama, y tener un colchón de buen tamaño reducirá significativamente el riesgo de despertar a tu pareja.

2. A cada cuál, lo suyo

Podéis compartir el colchón, pero es preferible que cada uno de vosotros tenga su propia almohada y colcha. Algunos necesitan determinado número de almohadas para dormir y esa es una preferencia muy personal que ha de tenerse en cuenta para evitar problemas. Que cada uno tenga su manta o sábana ayudará a que alguien no se quede a la intemperie en medio de la noche porque la otra persona se enrollara a un lado de la cama. Además, esto resuelve el problema de la temperatura en el cuarto: quien necesite la habitación más fría puede tener la sábana más delgada, mientras que quien prefiera más calor al dormir puede tener un edredón más grueso y acolchado.

3. Respetar el ritmo del otro

Hay personas diurnas y personas nocturnas. Cada quien tiene una especie de reloj interno que a veces es difícil de cambiar para adaptarse a las necesidades de alguien más. El tipo de actividad que se hizo durante el día también puede afectar esto. La solución a este problema debe ser bastante individualizada y adaptada a las necesidades de cada persona. Que la persona que se acueste temprano vaya a la cama primero y la otra lea sus libros o vea sus películas en otra habitación, o tener un lector electrónico que no necesite una lámpara o unos buenos audífonos pueden ser algunas recomendaciones generales.

4. Responsabilidad compartida

Un tema del que poco se habla es de a quién le corresponde hacer la cama por las mañanas o mantener la habitación limpia. La respuesta es simple: a los dos. Si se comparte la cama y la habitación, también se debe compartir la responsabilidad de su cuidado. El reparto de tareas es decisión de cada pareja. Por ejemplo podríais acordar que, como tu pareja debe despertarse más temprano, entonces tú arreglas la cama cuando te levantes mientras que tu pareja se puede encargar de limpiar la habitación dos veces a la semana. El hecho es que ambos debéis tener tareas definidas para el mantenimiento del lugar común donde dormís.

5. El tema de los lados

Algunas personas piensan que eso de tener “mi lado y tu lado de la cama” es de necios, pero se sorprenderán al saber que puede ser lo más sano. Las personas nos acostumbramos a dormir hacia cierto lado cuando sabemos que hay alguien más en la cama y esto minimiza las interrupciones en medio de la noche. Además, si se dispone del espacio y el presupuesto, lo ideal es que cada uno tenga una mesita de noche a su lado, donde poner las cosas que puede necesitar antes de dormir o al despertarse. Recuerda: los humanos somos animales de costumbres. Pero si cambiar de lado no es un problema para ti o tu pareja, entonces adelante. No hay ninguna regla escrita.

6. Cuidado con las alarmas

La diferencia de horarios puede ser uno de los mayores inconvenientes a la hora de dormir con tu pareja, pero lo peor viene por la mañana, porque a menos que tengan una hora similar para despertar (que sería el caso ideal para evitar problemas), lo más probable es que siempre habrá alguna persona que verá su sueño interrumpido por la alarma del otro. Esto es algo difícil de evitar pues todos tenemos responsabilidades. En este sentido, quien deba levantarse primero puede minimizar la molestia con dos medidas muy sencillas: primero, elegir una alarma que vaya de menor a mayor volumen y que el tono no sea estridente; y segundo, levantarse tan pronto suene la alarma, sin darle mil veces al botón de posponer. Esto pudiera ayudar a que la otra persona siga durmiendo sin perturbaciones.

7. Los ronquidos

Los ronquidos pueden ser un síntoma de un problema mayor, como la apnea obstructiva del sueño o alguna alergia. Los ronquidos afectan el sueño tanto de quien los sufre como de quien acompaña a la persona que ronca. Además de ir al médico para detectar y tratar la causa, se pueden probar algunas ayudas como: almohadas posicionadoras, protectores bucales, tiras respiratorias, humidificadores, espráis nasales de solución salina, dormir de lado y con la parte superior del cuerpo elevada, beber menos alcohol, dejar de fumar, bajar de peso, etc. La otra persona puede probar a irse a dormir primero para ya estar en un sueño profundo cuando su pareja empiece a roncar, optar por tapones para los oídos o bien escuchar ruido blanco con unos audífonos.

8. Separarse no es malo

Es probable que muchas parejas tomen todas las medidas posibles para dormir juntas, pero cuando los problemas son muchos, siempre quedará la solución definitiva: dormir en cuartos separados. Aunque suene a “rendirse”, en realidad es una práctica que muchas parejas han adoptado y que les ha traído mucha felicidad. No tiene nada de malo y seguramente al final le veréis más beneficios de los que pensabais en un inicio, porque es preferible dormir separados y pasar el día felices que andar de mal humor, cansados y somnolientos porque vuestros hábitos de sueño sean incompatibles. Pasad tiempo juntos en alguna de las dos habitaciones y, cuando ya os golpee el sueño, cada uno a su cama. Es tan simple como eso.