En el mundo existen alrededor de 3.000 especies de serpientes cuya sola mención de sus nombres puede generar miedo en la mayoría de las personas. Tal es el caso de la anaconda verde, la más pesada de la actualidad, que gracias a la industria cinematográfica es vista como un “monstruo”; y la pitón reticulada, la más larga hasta la fecha. Sin embargo, recientemente se ha descubierto que en Latinoamérica habitó una serpiente que les gana a las dos: la Titanoboa. Esto es lo que se sabe de este ancestral gigante.
Descubrimiento
En 2007, Unos científicos que excavaban en una mina de carbón a cielo abierto en la Formación Cerrejón de la (región de La Guajira, Colombia), encontraron diversos fósiles de animales como cocodrilos y tortugas que eran más grandes que las especies actuales. Pero fue una inmensa vértebra lo que más les llamó la atención. Tras un par de años de estudios, lograron identificar que se trataba de una serpiente, la más grande descubierta hasta entonces, a la que llamaron Titanoboa cerrejonensis. La Titanoboa vivió en el Paleoceno latinoamericano hace aproximadamente 60 millones de años y fue el depredador más grande de la Tierra, porque los dinosaurios se habían extinguido cinco millones de años antes.
En comparación
Se estima que la Titanoboa adulta llegó a medir 13 metros de largo y pesar 1.135 kilos. Para hacernos una idea, la anaconda verde más grande registrada pesaba 227 kilos y medía ocho metros de largo, según el Museo de Historia Natural de Estados Unidos. Por su parte, la pitón reticulada más grande que se haya registrado se encuentra en diez metros de largo y unos 160 kilos. Esto quiere decir que la Titanoboa, de existir actualmente, podría fácilmente comerse a cualquiera de estas serpientes como quien se come un bocadillo. En cuanto a su hábitat, se sabe que la Titanoboa vivió en áreas cálidas de lo que ahora es el noreste colombiano, pero se desconoce si llegó a encontrarse en otras áreas del continente. La anaconda verde también habita en Sudamérica, en zonas fluviales, mientras que la pitón reticulada es natural de los bosques tropicales del sudeste de Asia.
Más datos sobre el titán
Dado que sólo se han encontrado fósiles incompletos, es poco lo que se ha logrado descubrir sobre este gigante prehistórico. Los científicos creen que se trató de una especie terrestre, pues su gran tamaño y peso le habría impedido vivir en árboles. Por el contrario, habría habitado en zonas cercanas a lagos y ríos. Allí, esperaría pacientemente a sus presas, principalmente cocodrilos y tortugas, que mataría por constricción (de ahí su clasificación como boa), se los tragaría enteros y digeriría durante meses. Por esto, se cree que comía unas tres o cuatro veces al año. También se alimentaba de peces. Sobre su tamaño, los investigadores dicen que se debía al clima extremadamente cálido de su hábitat, que hacía que los animales de sangre fría pudieran tener un metabolismo elevado y un rápido crecimiento.
Su desaparición
No se sabe a ciencia cierta cuándo o cómo exactamente se extinguió la Titanoboa, pero los científicos creen que se debió a una evolución por el clima. Explican que a medida que las temperaturas bajaban en todo el planeta las especies de reptiles y anfibios comenzaron a hacerse más pequeñas. Este dato ha sido importante para las investigaciones sobre las consecuencias del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. La existencia de un animal de esta magnitud es una prueba de que hace millones de años nuestro planeta era extremadamente cálido y húmedo como para sustentar redes alimenticias suficientes para su supervivencia. Dado que en la actualidad el clima se está haciendo nuevamente más caliente, la comunidad científica se pregunta si es probable que esto genere, dentro de muchos años, especies más grandes que las que vemos, aunque esto también dependerá del impacto que los humanos ya ejercen sobre las especies. Esto se debe a que el clima cálido no es el único factor para el crecimiento en tamaño de las especies animales. Éstas deben encontrar pocos depredadores que se alimenten de ellas o que mermen su ecosistema. El ser humano podría ser el principal depredador ahora.